sábado, 16 de agosto de 2008
A lo lejos...
Me estaba mirando de nuevo. Todos nos estabamos riéndo y ella me estaba mirando de nuevo. Pero no era una típica mirada pasajera de esas que todos intercambian en medio de una reunión, era algo muy fuerte, casi posesivo. Nunca he sido bueno sosteniendo la mirada de otra persona por mucho tiempo, me da roche o algo parecido... pero ella me tenia retenido, extrañado y casi petrificado por la situación. Quería mirar a otro lado pero no podía. Ella no me dejaba.
- ¿Quién tiene el vaso? - Pregunto alguien muy desesperado.
- La madre pues. Chupa Sebas! - Dijo Walter dándome un golpe en el brazo.
Había visto a ésta chica un par de veces en la universidad. Nunca habíamos hablado, ni sabía su nombre y tampoco estaba seguro de si llevábamos alguna clase juntos, pero si reconocía su cara. Algo agraciada, no muy alta pero con el cuerpo bastante bien definido. Habían razones para recordarla. Pero lo que estaba ocurriendo en esa reunión era muy extraño. Creo que a medida que fui haciendo bromas (que en muchos casos no eran "bromas" sino maneras algo sarcásticas de referirme a mis compañer@s de clase) y todos nos reíamos, ella me miraba por más tiempo. Al inicio era... normal. Como compartir una mirada cómplice con otra persona cuando te entiende. Después se transformó en acoso total. Pensando en eso fue que me serví mi vasito de ron, lo tomé, y pasé la botella. Tenía que hablar de otra cosa.
Los temas de conversación variaban a medida que pasaban las horas. Si no era un curso era otro, si no tenía nada que ver con la u era alguna persona de quien las chicas hablaban (no siempre de buena manera) y si no era hablar, era bailar perreo. Me guste o no, a veces la presión de la gente es suficiente para hacerte ceder. Eso sin contar que el ron acumulado deshinibe.
De rato en rato la miraba; después de todo me había dejado impactado. Ella bailaba tranquila pero tenía algo raro que yo no entendía muy bien... Bromeaba como todos nosotros, pero cada vez que me miraba sentía una presión extraña, como si esperara que yo hiciera algo o me estuviese mandando algún tipo de mensaje mental. No me sentía muy cómodo que digamos. Después de tanto baile vino una decisión unánime de descanzar. Yo no regresé a mi silla sino que me fui a sentar frente a la pc para poner música respetable. Una vez encontré lo que buscaba (creo que era algo de Maroon 5) abrí mi messenger y dejé que los demás conversaran mientras revisaba mi correo. En eso estaba cuando...
- Hola. - Un trueno hubiese tenido menos voltaje del que recorrió mi cuerpo en ese momento. No solo me miraba, ahora me estaba hablando.
- Hola ¿Qué pasó? - Soy bueno fingiendo, supongo que no se notó que estaba nervioso...
- Nada, quiero poner otra canción.
- Ok, no hay problema. - Yo ya me estaba levantando...
- No, espera. - Y puso una de esas canciones que suenan a reggaeton pero en realidad no lo son...
- ¿Bailas?
- Claro. Déjame prender un pucho... - WTF?!
Como es tradicional en éste tipo de reuniones, muy poco importa el cansancio, cuando alguien saca a bailar, todos se contagian y todos bailan. Es una regla. Todo iba normal, nadie decía nada... Hasta que comenzó a sonar la típica Salsa que todos tienen en su Winamp. Ese megamix de Jerry Rivera.
- Bailas bien - Me dijo, efectivamente rompiendo el hielo.
- Gracias, tú también. - Efectivamente, congelando todo de nuevo.
- El otro día te vi afuera de una Iglesia. ¿Eres evangelista?
- ¿Ah? - No entendía de qué me hablaba.
- La iglesia que queda mas abajo de la calle Arequipa, frente a la alameda antigua.
- Ah. Nooo... Me había encontrado con una amiga de tiempo y nos quedamos hablando afuera. Ella sí pertenece a esa iglesia.
- Aya. Pero no lo digas enojado, parece que te hubiera dicho un insulto.
- Jajaja, no para nada. No tengo nada encontra de ellos.
- Yo sí.
- ¿Por qué?
- Prometen mucho y son lo mismo, la verdad.
- A mi no me caían porque inventaban mentiras sobre Dragon Ball...
- Jajaja, no es eso a lo que me refiero.
- ¿Entonces?
- Digamos que se metieron en la cabeza de mis papás...
- Asu. Reciente?
- No tanto. Pero fuerzan mucho las cosas porque uno les crea.
- Supongo... - La verdad, no sabía porqué me hablaba de esas cosas.
- En muchos aspectos supongo que es una búsqueda de apoyo. Una necesidad de desahogarse.
- Como con muchas religiones.
- Yo juraba que eras evangelista.
- ¿En serio? ¿por qué?
- Por lo que hablabas hace rato. Después recordé que te había visto fuera de la Iglesia.
- Jajajaja, nada que veer...
- Bueno, también algunas de tus ideas no tienen nada que ver con ellos.
- ¿Cómo qué?
- Cómo lo que mencionabas del bien y el mal. No que los demás te hayan dejado hablar, pero estaba interesante.
- Ah... te explico - Y me puse en modo filósofo - No me parece que las personas se puedan clasificar en buenas o malas. Más apropiado me parece "consciente" e "inconsciente". A veces las personas hacen cosas sabiendo que es malo, se arrepienten pero no pueden cambiarlo. Incluso pueden tener intención de no hacerlo, pero no saben controlarse. Las personas conscientes hacen las cosas sabiendo sus consecuencias. Ellos son los que valen, y los que necesitamos.
Cuando terminé de decir eso se me quedó mirando de una forma bien extraña. Miró rápidamente al piso para después mirarme a mi...
- Me recuerdas a alguien...
- ¿Ah? - WTF?!
- No nadaaaaa... eres muy interesante.
- Jaja, lo mismo digo. Es raro encontrar a alguien dispuesto a hablar de esas cosas.
- Jaja...
Seguimos en lo nuestro hablando de cosas triviales, o simplemente sin decir nada. Después de largo rato, a sentarnos. Ojo que mientras todos bailaban seguían pasando la jarra, asi que el licor no dejaba de llegar. Después de un par de horas apagamos las luces y solo nos alumbraba la luz del monitor. Uno amigo estaba hecho un trapo encima del sillón, otros 2 bailaban perro al estilo "chacalonero". Hasta que le rompa el hueso.
Mi nueva amiga y yo hablábamos tontera y media. Un amigo se nos unió antes de quedarse dormido, y los demás estaban en lo suyo. Dormidos, agarrando o bailando, cada quien se ocupaba de su asunto. En ese rato, y después de tanto trago, decidí ir al baño de nuevo. Después de liberar la "presión" y mojarme el cabello me puse a pensar en mi nueva amiga... y el hecho de que no recordaba su nombre. Pero claro, si nunca me lo habia dicho! ¿Y ahora qué hacía? No voy a preguntarle después de 4 ahoras cómo se llamaba! Simple solución: le pregunto a una de mis otras amigas xD...
Al salir la encontré parada junto a la puerta. ¿Les mencioné que el baño estaba dentro del cuarto de la dueña de la casa? (Una amiga) La cerró la puerta y se acercó.
- ¿Walter? - Dije casi atragantándome.
- Está jato. - Me respondió rápido.
- ¿vas a usar el baño?
- Claro.
Entró y yo estaba confundido. Me había mirado de otra forma. Estaba caminando hacia la puerta del cuarto para regresar a la salita cuandooo...
- ¿Sebas? - Oh...
- ¿Dime?
- Espérame un toque, no te vayas.
Salió. Se sentó en la cama y me hizo una seña para que me siente. ¿Quién era yo para negarme? Estaba borracho, ella estaba medio borracha...
- ¿Te gusta Cintia? - QUEEEEEEEEEEEEEEEE... Cintia era mi compañera de claseS! WTF?
- Ah?? Nooo, para nada... ¿Por qué me preguntas eso? - Sí, ¿Por qué me preguntas eso??
- Como siempre se bromean.
- Es un juego ps...
- Aparte que me dijeron lo del otro día... - De eso no pienso hablar. xD
- Ahh... no, eso fue... borrachera y un juego. Jamás volverá a pasar. Y cuando digo Jamás es jamás!.
- Jaja, Caramba,no te ofendas.
- Nunca está de más aclarar.
- Entonces no te gusta...
- Nop...
- ¿Quién te gusta? - Game on!
- No sé...
- ¿No sé? ¿Quieres que te traiga una margarita para que la deshojes?
- Jajaja, noo...
Me miró. Nos miramos... Nos acercamos, nos besamos. Sabor a Cartavio Black con lápiz de labio... medio extraña la combinación, pero se entiende. Estuvimos en eso un buen rato. Nos recostamos en la cama y no nos preocupamos por nada. Un rato después ella se levantó, abrió la puerta y salió del cuarto. Fue tan rápido que no pude reaccionar.
Y justo cuando lo hice, regresó con sus cosas. Cerró la puerta, pero ésta vez con llave. Se quitó el saco y se hechó conmigo.
- Y los demás? - Le dije.
- No creo que nos molesten.
Era un poco extraño. Cada vez que me besaba había pasión pero sentía algo más. No era ternura, era como... confianza. Como si lo hubiésemos hecho antes. Y a medida que pasaban los minutos, más cómodos nos sentíamos. No pensamos, simplemente seguimos. Sin deternernos, hasta donde nos llevara el momento. No era sexo como con cualquier persona. Habíamos llegado a otro nivel y yo, la verdad, no entendía porqué. Solo sabía que era ella la que estaba llevando la situación.
Obviamente, al terminar, cayeron los pies sobre la tierra. La casa de mi amiga, el cuarto de mi amiga, la cama de mi amiga... y mi otra amiga. Cuando estaba por levantarme (cagón!) ella cogió mi mano y me jaló para que me recostara. Puso su brazo debajo de mi cabeza e hizo que me apoye. Después estiró su otro brazo, cubriéndome y me abrazó muy fuerte. Dijo algo que no pude entender, por la música, por el trago y hasta por el momento... solo recuerdo que besó mi frente antes de levantarse.
Cuando regresamos a la sala, la gente seguía en su mundo. Era las... 11 de la noche! (Habíamos comenzado como a las 5) y al día siguiente teníamos clases, asi que cada quien a su casa. Ella se fue en el taxi que llegó antes que el mio y se despidió como si nada hubiese pasado. Al llegar a mi casa estaba, obviamente, algo contento... pero seguía extrañado.
Al día siguiente, a eso de las 10 de la mañana me llamaron por teléfono. El padre de Adriana, la chica con la que había estado la noche anterior, había fallecido. El señor tenía Cancer y al parecer había perdido una batalla bastante larga. Cintia me llamaba para avisarme que el entierro era a las 11:30 y que sería bueno que vayamos. Estaba sorprendido, si, pero me sentía con una extraña obligación de ir. No podía hacer más que pensar en cómo puede ser la vida de injusta.
Cuando llegué estaban ya saliendo de la misa en el cementerio. Se prestaban para cargarlo hasta el nicho designado. Un largo recorrido, ahora que lo pienso. Durante todo el trayecto la estuve buscando. No era su amigo, y lo de anoche era un punto aparte, pero quería verla. No soy bueno para decir NADA en esas situaciones, y nunca lo seré, pero quería hacer algo. Aunque sea abrazarla. Pero al mismo tiempo estaba algo resignado. Nada o muy poco se puede hacer en esas situaciones para aliviar el dolor.
Al acercarse el cortejo al nicho, la vi parada junto a las sillas. Tenía unos lentes oscuros enormes pero se veía tranquila. Su hermano estaba sentado y no parecía poder contenerse. Su madre, a su costado, hacía lo que podía por mantenerlo tranquilo. Le dieron un buen homenaje a su padre. Hermanos, su esposa, sus hijos... Es inevitable no emocionarse en una situación así. Obligatorio llevar pañuelo almenos. Pese a todo, de rato en rato me distraía para verla. Ella seguía parada, tranquila. Una vez terminado todo, los que atendieron pasaron a darle el pésame a la familia. Era un montón de gente y yo no quería que me aplasten, así que esperé al final. Saludé uno a uno diciendo "mi más sentido pésame" como intentando ayudarlos, pero sabía que no haría nada. Cuando llegué a ella, estaba al final, la abracé. Quise hacerlo fuerte pero no sabía cuanto. Ella apoyó su cabeza en mi hombro y puso sus brazos al rededor mío, apretándome con una fuerza que no pensé podía tener alguien de su tamaño. Me dejó de abrazar pero no alejó su cabeza de mi hombro. Yo respondí con mi mano en su espalda, pero no tenía idea de qué decir. Ella no hizo nada más que sujetar mi mano. Cruzó sus dedos con los míos y los apretó muy, muy fuerte. Sentí como si me mandara un mensaje... Y entonces me dijo..."Gracias por darme fuerza cuando más lo necesitaba. Gracias. Nunca te voy a olvidar". Sus palabras, obviamente, me dejaron frío.
Me quedé un rato viéndola caminar con su familia. La gente del cementerio desarmaba el toldo e iba retirando las sillas y yo no podía dejar de pensar en sus palabras. En ningún momento me di cuenta de lo que sentía. Hasta llegué a desear su fuerza de voluntad. Ella necesitaba a alguien, y yo, sin saberlo, le había dado cariño. Tal vez una respuesta a muchas preguntas. Me hizo pensar en la incapacidad de las personas de acercanos a aquellos a quienes queremos, a veces por miedo a que nos juzguen o a que no nos entiendan. A veces todo lo que necesitamos es un abrazo, una muestra de amor. No palabras... Un simple gesto puede darnos las fuerzas para seguir.
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