lunes, 8 de julio de 2019

El sueño del guerrero

"Si no puedes volar, corre. Si no puedes correr, camina. Si no puedes caminar, arrástrate. Pero, pase lo que pase, nunca dejes de moverte". - Martin Luther King Jr. 


La historia suele ser un poco injusta con los 2dos. No porque no sean recordados (lo son), sino porque estas oportunidades no vienen muy seguido, no para equipos como el nuestro. Injusta porque después, en la victoria de los resúmenes y la derrota de los detalles, se recuerda que 2 equipos llegaron hasta ahí, sí, pero solo el campeón se llena de mística. Al campeón le ponen asteriscos, le señalan las anécdotas o todo aquello que funcionó (a veces con suerte) para poder alzar la Copa.

Ser campeón hubiera sido todo. Difícil, lo sé, pero el equipo ha crecido tanto con los años. Es sin duda la mejor generación que hemos tenido, pese a no pasar de grupos en el mundial, la racha y los números los avalan. Un triunfo ayer hubiera sido tan merecido como histórico, punto final a unos casi 10 años de locuras y éxitos impensados para una selección que salía de su peor era en la historia (la de Chemo): tenemos 3 podios en Copas Américas, dos 3eros puestos y un sub-campeonato, encima de la clasificación a Rusia. Conseguimos nuestra mejor posición en Ranking Fifa, y una racha sin perder de 15 partidos (récord para la selección). Muchos desmerecen esto como poco, pero lo cierto es que no es poco. Es mucho más que lo conseguido en los 30 años anteriores (desde el 2011).

Sin embargo, pese a lo doloroso de todo esto, el partido me llena de orgullo. Es algo nunca vivido por esta generación, y algo que siempre recordaré. Yo no pedía ganar, digo que hubiera sido lindo, pero no era necesario para mi. Con lo que realmente soñaba era con vivir una final. Apoyar a la selección en una situación única, de vida o muerte, por una copa. Y eso me lo han dado, y jugando bien, con garra, con entrega, con gol, y contra la mejor selección en la historia de este deporte. ¿Algo más se puede pedir?

El tiempo ayuda. Caminando por el parque Kennedy, después de ver el partido, encontrar a un grupo enorme de hinchas cantando fue muy emocionante. Gente haciendo sonar las bocinas de sus autos, muchos chicos usando la bandera de Perú como capas. Ha sido un día único e irrepetible. Cierto, ganar hubiera sido bacán. Pero ganar no es todo lo que importa. La aventura nos deja muchas lecciones, sobre fútbol y sobre la vida... y eso, ojalá, nunca lo olvidemos.


domingo, 7 de julio de 2019

Días para soñar

Perú va a jugar la final de la Copa América 2019. 



Los días previos a la semifinal contra Uruguay en 2011 fueron de los más intensos que me han tocado vivir, en lo que respecta a fútbol al menos. A mi generación, o a los que estaban cerca a mi edad en esas épocas (jóvenes no tan adultos), no nos tocó vivir nada bueno de la selección peruana. Lo más celebrado fue un empate de local con Argentina (en 2008) con gol de Vargas (que metió Fano) en tiempo de descuento, después de haber hecho un partido regular a una selección que arrastraba como 5 empates consecutivos. Ese empate (y quiero recalcar que fue un EMPATE), fue el punto más alto de una eliminatoria espantosa, donde Perú perdió cuanto record de local todavía conservaba (Chile y Ecuador ganaron por primera vez en la historia, en Lima), parecía que nos goleaban cada 2 partidos y terminamos últimos en la clasificación. Un proceso nefasto, particularmente marcado por escándalos y jugadores expulsados, que no hacían dislumbrar absolutamente nada positivo en caras a los años que seguían. Ganarle a Colombia fue una sorpresa tan gritada, tal celebrada... y tan salida de la nada. Fue la primera vez, tal vez, que una generación de peruanos podía entender que en el fútbol a veces las estrellas te miran favorablemente. Invitaba a soñar con todo lo demás. Con enfrentar a Uruguay que solo un año antes había hecho una gran Copa del Mundo. Con GANARLE a ese rival, con llegar a una final. Con poder levantar una copa. Ver a esos jugadores, con tus colores, con esa bendita banda, levantar una copa. Eran tantos pasos, tantas cosas tenían que darse y tanto se veía cuesta arriba. Pero te invitaba a soñar. En esos pocos días entre cuartos y la semifinal, soñé, y soñé mucho, tal vez porque era la primera vez que vivía algo así, tal vez porque era más joven, no sé. Por eso dolió tanto, después, cuando perdimos.

Lo que se ha vivido estos días se siente muy distinto a lo del 2011. Eso de hace 8 años fue como un regalo inesperado en un día de lluvia. Que llegó para alegrarnos momentaneamente. La navidad, para nosotros, fue ir al mundial. Nuestro deseo máximo por décadas que terminó, bueno, de una forma un poco agridulce, pero sin reproche. Tal vez gracias a eso el haber logrado lo impensado, y ahora estar por jugar nuestra primera final en tantos años, es casi imposible de medir. Ya he vivido demasiadas amarguras gracias al fútbol como para decir algunas cosas en voz alta (prefiero ir con calma) pero, quiero atreverme a soñar. Quiero ser, otra vez, incauto como en el 2011, porque reconozco lo complicado que se presenta el escenario. Que mejor ni mirar las estadísticas, ni pensar en el rival. No quiero pensar en eso, quiero soñar con gente tocando claxons y cantando en la calle. En abrazos, y en goles. Quiero soñar, pero no sé si ya me hice muy viejo, hay cosas que me quieren jalar hacia la ansiedad y la angustia. Que el árbitro, que el VAR, que la localía... No sé. Estos días son para soñar pero, también, son para entrar en razón. A esta final no llegamos de suerte, fue con un baile de aquellos. Tampoco pasamos de 4tos sin luchar: estos chicos no se fallaron ni un penal. Tal vez después de tantos golpes, tantos años, me acostumbré a las cosas difíciles. Yo no sé si lo de mañana sea una fiesta o no, ojalá que sí. Solo sé que estos chicos me están acostumbrando a sonreir. De vez en cuando, como la vida misma. No todo van a ser triunfos pues, pero me están haciendo soñar, una vez más, y eso es lo que importa: pase lo que pase, sea lo que sea que tengamos al frente, seguir luchando, seguir SOÑANDO. Todo comienza ahí.

Que mañana sea un día como mucho sol. Sueño con eso. Pase lo que pase.

martes, 2 de julio de 2019

La trampa canarinha (Brasil 2 - 0 Argentina)

Argentina jugó su mejor partido de la Copa; dominó, atacó, dio 3 veces en el palo, pero no le alcanzó para derrotar a un Brasil tan calculador como efectivo.


Este Brasil tiene una forma muy curiosa de jugar. La máxima tradicional del fútbol se cumple a cabalidad: extendido o abierto para atacar, y cerrado o corto para defender. El juego de expander y contraer lo hacen casi a la perfección, pero siempre verticalmente. Los defensas nunca están tan lejos de los medio campistas que no pueden darse un pase corto. Esto ayuda mucho a la presión en caso de pérdida de balón, y a conseguir superioridad numérica en casi todos los intentos de ataque. Lo que hace Brasil en el primer gol es un ejemplo fantástico de esto, ya que es el resultado de una jugada individual que Otamendi logra cortar, pero Dani Alves recupera el balón muy rápido. Cuando Gabriel Jesús conecta con el centro y anota el 1-0, habían 5 jugadores brasileños en el área argentina, y 2 más afuera. Superioridad.

Por otro lado, el desenvolvimiento defensivo se parece al de Corinthians (campeón de la Libertadores de 2012) del mismo Tite: no se trata de cerrarse, sino de dejar espacios para que el equipo rival se abra. Esto, en consecuencia, va a terminar en ataques rivales, claro. Tite elige ir por el medio para progresar en el campo, así que deja las bandas a los rivales con la intención completa de que se abran, y puedan salir las contras. El 2do gol, de nuevo, es ejemplo de esto, aunque la jugada esté un poco sucia por el penal no cobrado.

Ahora, me dirán: NOO, PERO SI ARGENTINA FUE SUPERIOR! Bueeeeno... Osea, en el papel es cierto, pero fue superior en la medida que Brasil le dejó ser superior. La apuesta de Tite está en su defensa, capaz de resistir casi todo. Él acepta (y gustoso) que lo ataquen, porque su equipo (incluído el arquero) puede resolver situaciones extremas con bastante pulcritud. No por nada a Brasil le meten un gol cada 4 partidos, y hasta ahora nadie le anota en la Copa. Alguna vez el cálculo tiene que fallar, obviamente, y la apuesta es peligrosa. Pero en ese detalle recae la trampa. El engaño mayúsculo es hacer sentir al rival cómodo con lo que hace para poco a poco ir exponiendo sus debilidades, hasta encontrar el gol. Ayer Argentina se sintió capaz de atacar a Brasil, y esto los dejó listos para caer. El jogo bonito ya no existe hace tiempo. Ahora es el jogo engañoso.

Las probabilidades de una esperanza

Argentina no gana un mano a mano contra un rival de peso desde el mundial de 1990, hace 29 años, cuando eliminó precisamente a Brasil, su rival de hoy en la primera semifinal de la Copa América 2019, por 1-0 con gol de Caniggia. 

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Yo realmente creo que la única pregunta en el aire es de qué forma va a perder Argentina,  especialmente cuando nunca le han ganado a Brasil de local. Entiendo que esto es fútbol, y entiendo que puede pasar CUALQUIER COSA. Pero también es cierto que las estadísticas suelen cumplirse. Brasil llega con la necesidad de ganar, así sea solo por ser el local, y definitivamente tienen presión encima. Pero creo que la presión en Argentina puede ser más dañina, así sea menor, sobretodo si tenemos a un equipo con poco recorrido. Otro dato curioso, éste es el mismo estadio (Mineirao) en el que Alemania goleó a la canarinha en la semifinal del 2014. 

Y no es que Brasil tenga tremendos argumentos para llegar lejos, no por lo mostrado en la Copa América al menos. Paraguay expuso una ineficacia pocas veces vista. Y lo mismo podría decirse de Argentina, que sufrió para ganarle a Qatar (!!) y a Venezuela le gana por 2 errores, y un poco de ventaja individual. La vinotinto los encerró casi todo el 2do tiempo, algo impensado para la j
erarquía de jugadores que debería manejar el seleccionado argentino.

Pero bueno, un clásico tremendo el de hoy, y sea cual sea el resultado, dará qué hablar.