domingo, 11 de julio de 2010

Sudáfrica 2010: Brasil, crónica de un suicidio no anunciado

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Es muy fácil dar soluciones después del problema. Tras la derrota de Brasil, medio planeta se alzó en voz con un “te lo dije” hacia Dunga. Que no convocó a Ronaldinho, que su juego era muy conservador, resultadista, austero. Que debían regresar al “jogo bonito”. Todo eso es muy discutible, lo acepto, pero cuando me dicen que éste Brasil jugaba mal, o que Holanda le ganó jugando mejor, yo respondo directamente: O no viste el partido, o no sabes nada de fútbol.

Las cosas claras: Brasil se hizo el harakiri. El partido por cuartos de final contra Holanda va a ser recordado como uno de los más extraños en la historia de los mundiales. Tal vez no por el fanático de a pie o por aquellos que solo miran fútbol una vez cada cuatro años. Pero para el que entiende un poquito la “lógica ilógica” que maneja el deporte rey, éste partido es uno de “esos” en los que todo ocurre al revés. Aunque lo visto puede engañar un poquito.

Mucho se criticó a ésta versión moderna de la canarinha por abandonar sus raíces. Pero, en serio, 6 derrotas en 4 años es algo envidiable. Ganó todos los títulos que peleó(menos éste, duh), le metieron un gol cada 2 partidos y medio, y “reformó” a gran parte de la plantilla. O sea, y me dicen después que eso es malo? Es muy tonto esperar espectáculo de una selección con estrategias y tácticas así, parecido a lo mostrado por Inglaterra, por ejemplo, aunque Capello lo aplicó a lo Maradona (o sea: mal).

Brasil es, a lo Dunga, un equipo defensivo, duro. Se para más atrás en el campo, te espera, te aguanta, y te mata de contra golpe. Y, es más, es el equipo perfecto para ese tipo de cosas. Los brasileños son dueños de una técnica y un toque sobrenatural. Si a la precisión le sumas la velocidad, tienes la receta para un equipo capaz de arrasar cualquier cosa. Un equipo FUNCIONAL con poco brillo, pero mucho fútbol rápido y un parado táctico espectacular. Ese era el Brasil que llegó a Sudáfrica. Ese era el Brasil que debía ganar la Copa del Mundo.

Pero tenía que suceder lo impensable (al menos para los que sabemos de fútbol, los demás dirán que Brasil jugó “mal” todos sus partidos) y ese fatídico error entre Julio Cesar y Felipe Melo que terminó dándole el empate transitorio a Holanda. Y, ojo, yo JAMÁS he sido defensor o hincha de Brasil. Siempre más apegado a Holanda, pero ésta vez había que ser realista. Brasil vino, como tal vez no lo hacía desde el mundial del 94 (el 2002 la tuvo fácil, no me digan que no), preparado y cargado para ganar el mundial. Lo único que podía sacarlos de la carrera tenía que ser una cadena de eventos fortuitos, imposibles de controlar por ellos. Y de alguna manera, así terminó siendo.

Y es que esos 2 goles que meten los Holandeses, bien se los pudo haber metido Corea del Sur. En serio, el centro de Sneijder no tenía nada de asombroso, menos todavía su gol de cabeza. Horrorosas desatenciones de los brasileños, y una incapacidad alucinante para levantarse. Porque si algo ha demostrado ese partido, es la falta de coraje de la canarinha. Se petrificaron ante la idea de perder. Tal vez Dunga nunca los preparó para luchar contra la adversidad, pero Brasil demostró no tener nada de garra. Ni una uñita larga tienen. La camiseta le pesó a todos y jamás lograron reaccionar. Y, claro, Holanda salió beneficiada.

En el fútbol es muy fácil caer en “qué hubiese ocurrido si…”. Para mi al menos, éste Brasil se hubiese llevado la Copa de no ser por su mala suerte. ¿Qué hubiesen dicho los románticos que odian el “anti-fútbol" entonces? Por ahora la suerte les ha dado munición para mucho tiempo.

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